jueves, 21 de enero de 2010

Pequeña suite del dolor

Fernando M. Guerrero


lascivo, mi latido

cercano al tuyo

se superpone y absorbe

toda la energía del yang

acaba por tumbarme

y taparme hasta la cara

con sus dulces sábanas de seda

pequeña ramera estúpida

llena de pensamientos,

de cicatrices del tiempo

destrozada por un chulesco guiñapo

de pantalones de cuero


la mueca de la ventana

acaricia mis células

aletargadas, inmóviles.

recuerdo los días de amarillo

la mente espesa

con canciones y humo

en roces de locura comedida.

dame tu mano

saltaremos juntos al vacío

de mi vida, de mi alma.

sinceramente tuyo: tu ego.


soy pequeño…

como un segundo,

desquiciado por unos niños

de ojos ámbar bailarines

atraviesan persianas

cristales quedan

hundiéndose

entre sus pequeñas orejas.


dame algo en que creer

un pequeño rezo de autoayuda

anidando como serpiente sin dientes

ese pequeño bocado

entre las falanges de mis dedos

me hacen morir de gusto

sentado en mi trono

de alabastro y de arena.


loco caminar el que me conduce

a la muerte mas sincera que tuve

no busqué más

pues me esperaba tras la esquina

del pequeño motel rojo…


penosa violencia

me sacude la encía

cuando el sonido tenso y sordo

atraviesa mis nervios

hasta tocar mis sienes

para luego disiparse

en un absurdo sueldo.

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