sábado, 7 de noviembre de 2009

Posdata

El administrador del blog

Quiero compartir con toda la gente que lee este blog (si es que hay a quién aún le guste enfangarse) la posdata que un individuo que no conozco (si no te has matado -que no es posible ya que he recibido tu email- y estas ahí: ¡da la cara y firma el texto!) adjuntaba a un correo electrónico que he recibido esta misma mañana y que no voy a publicar (de momento, hasta que su autor no reconozca su responsabilidad) por decoro y decencia (al leer dicho correo me he dado cuenta que aún me queda). La posdata, sin embargo, por su interés científico y filosófico, la publico literalmente y en su totalidad a continuación.

PD: un grupo de himenópteros alados se amontonaron ayer en el alfeizar de mi ventana. noté su presencia mientras me calzaba las medias de fútbol para mis ejercicios gimnásticos matinales que realizo en el cuarto de baño, mientras desayuno un buen vaso de café con ron. al ver tantas antenas y alas juntas, justo alli, al otro lado de la ventana, sentí una quemazón sobre el tobillo donde ajustaba la goma de la media. mire de soslayo al enjambre congregado, que por cierto ignoraba mis aspavientos y manoteos, no, de hecho no los ignoraba, sino que atendía a ellos, cada minúscula cabecita con sus antenas parecía mirarme, captarme a través del cristal, y de algún modo lo comunicaban a otras congéneres que inmediatamente venían a unirse en el poyete, y batían las alas alocadamente como burgueses ovacionando en extasis a Brahms en el auditorio. como la quemazón se trasladó también a la otra pierna, en el punto medio del gemelo, decidí quitarme las recién puestas medias. comencé a bajar la de la pierna izquierda y noté como una calma a mi lado. miré a través de la ventana. la marabunta estaba tranquila, ya no movían las alas, tan solo imperceptiblemente las antenas, dándose unas a otras en la espalda como diciendose, ya verás, ya verás, tu espera. sin duda estaban a la espectativa de mis movimientos. continué con el descenso de la goma de las medias, iba bajando cada cual a la par y de pronto, justo donde arranca el tendón de akiles, no pude creer lo que veía... me habían crecido unas espuelas de cowboy. totalmente asombrado, miré el tapete negro y alado que cubría el alfeizar. vi a todas aquellas criaturas volcadas sobre su torso, con sus seis patas para arriba batiendose como mándibulas en incontenible carcajadas. deslicé la hoja de la ventana y algunas remontaron el vuelo pero la mayoría se incorporó sobre sus patitas y apuntaron las antenas hacia mis medias de fútbol que tenía aún en las manos. entonces lo decidí. subí el pie izquierdo hasta el poyete y todas extendieron las alas y se dispersaron en el aire. venid al nuevo píndaro (exclamé algo avergonzado) y con impulso me avalancé al vacío. por unos segundos el enjambre adoptó diversas formas orgánicas simulando grandes mamíferos del tipo zarzapadillo, bisote achaparrao y leon marino... a todos yo espoleaba surcando el cielo hasta que sucedió lo inevitable