lascivo, mi latido
cercano al tuyo
se superpone y absorbe
toda la energía del yang
acaba por tumbarme
y taparme hasta la cara
con sus dulces sábanas de seda
pequeña ramera estúpida
llena de pensamientos,
de cicatrices del tiempo
destrozada por un chulesco guiñapo
de pantalones de cuero
la mueca de la ventana
acaricia mis células
aletargadas, inmóviles.
recuerdo los días de amarillo
la mente espesa
con canciones y humo
en roces de locura comedida.
dame tu mano
saltaremos juntos al vacío
de mi vida, de mi alma.
sinceramente tuyo: tu ego.
soy pequeño…
como un segundo,
desquiciado por unos niños
de ojos ámbar bailarines
atraviesan persianas
cristales quedan
hundiéndose
entre sus pequeñas orejas.
dame algo en que creer
un pequeño rezo de autoayuda
anidando como serpiente sin dientes
ese pequeño bocado
entre las falanges de mis dedos
me hacen morir de gusto
sentado en mi trono
de alabastro y de arena.
loco caminar el que me conduce
a la muerte mas sincera que tuve
no busqué más
pues me esperaba tras la esquina
del pequeño motel rojo…
penosa violencia
me sacude la encía
cuando el sonido tenso y sordo
atraviesa mis nervios
hasta tocar mis sienes
para luego disiparse
en un absurdo sueldo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario