jminúscula
Todo comienza el día de mi cumpleaños, en agosto, en el barrio. Con los amigos, la familia y la pareja de vacaciones en la playa. Un calor de mil demonios. Como veis todo un guateque. La tristeza por no contar el día de mi cumpleaños con los seres queridos se aliaba traicioneramente con la crisis de la treintena, la que juré no padecer. Para superar la inminente depresión decido moverme, en un aguerrido ataque de actividad me dirijo convencido a la cocina, ese lugar donde siempre hay cosas por limpiar. Que me aspen, menuda batalla campal gastronómica ha habido aquí. Como me jode mucho limpiar huyo de la cocina como si fuera un tironero de bolsos en el centro de Madrid. Porque hoy antes que limpiar prefiero que me metan en una cárcel turca.
Me voy al salón y, por hacer algo, me pongo a ordenar el cajón de las medicaciones. Joder ahora si que estoy pletórico, ni crisis de los 30, ni abandono de los que quiero. Me siento un tipo útil, realizado. Sintiéndome orgulloso bajo a la farmacia del barrio a tirar las cajas de las medicinas, entro en el local y le pregunto a la licenciada:
- Las medicinas caducadas ¿dónde las dejo?.
A lo que responde la farmacéutica:
- En esa caja del fondo, pero ¡oye, las jeringuillas no las tires ahí!.
Será hijadeputa, iba yo pensando con el rabo entre las piernas. Imaginaos: la autoestima a ras de suelo, vuelve el bajón, hecho una mierda otra vez. Subo a casa hecho trizas y empiezo a replantearme mi existencia en este cruel mundo, en especial mi estética. Mi historial en encuentros insultantes por la barba y la melena comienza a ser preocupante. Éste es:
- Esperando a gente en el metro me han dado dinero cuatro veces creyendo que era un vagabundo
- Adolescentes melenudos, con collares de pinchos y vaqueros ajustados me han pedido autógrafos en dos ocasiones, pensaban que era una estrella del metal nórdico.
- En cinco ocasiones me han intentado comprar droga en bares por la noche. Una de ellas fueron los adolescentes melenudos de collares y pantalones ajustados después de convencerles de que no era una estrella del metal nórdico.
- Un niño me dijo que era medio papanöel.
- Una vecina me regaló un neceser con un juego completo de higiene y afeitado.
- El cura de mi pueblo me ha pedido tres veces participar en la procesión de semana santa.
- El cura del pueblo de al lado al enterarse me hizo una contraoferta.
- Quince niños por separado, niños hijosdeputa, me han preguntado si era un chico o una chica.
- Tres jenys del barrio me pegaron una paliza mientras sus novios, lricchard, eljony y elruben les grababan con el teléfono móvil.
Decidido, está clarísimo, me corto el pelo y me afeito bien rasuradito. Sabiendo que sería doloroso me puse a meditar, y no recordaba que ni tan siquiera mi madre me hubiese llamado guapo alguna vez. Hostia, no jodas, yo no me afeito, no me atrevo a enfrentarme con mi cara.
Bueno entonces parece que lo tengo claro, el vello es bello y voy a intentar seguir luciendo mi pelazo. Tendré que buscar una coartada. Joder que clarividencia, por un momento me doy miedo: simularé ser un artista / filósofo. Así cuando vaya por la calle en lugar de amarrarse el bolso las abuelas o de cachearme la policía dirán:
-Mírale, es un artista-filósofo, un artista- filósofo excéntrico.
Y a vosotros no os voy a engañar, no soy especialmente hábil en prácticamente nada, bueno si en fugarme cuando hay que limpiar. Pero en lo que se considera arte, pues no soy esencialmente bueno, vaya que soy un negado. Tendría que hacer algo radical, trasgresor, algo que nunca me creyeran capaz de hacer. Vaya, otra vez, que velocidad, ya lo tengo claro, decido leer, pero leer en mayúsculas.
Eufórico me levanto del sofá, tropiezo con la mesa del café, me alzo como un resorte y me voy a mi biblioteca (con mayúsculas). Recorro el lomo de los libros con el dedo. Cojo el primero: Páginas amarillas, bua, descartado, demasiada publicidad.
Siguiente: Guía Telefónica Madrid Gran Sur: uuuhhhhh, muchos personajes.
Interview abril, Interview mayo, Interview junio, Interview julio. Descartado también, me las sé de memoria y están pegajosas.
Otro: La Biblia. ¡Anda coño la biblia!, esto debe ser un regalo de aquel acto social en el que nos humillan vistiéndonos de pequeños marineros.
Finalmente me decidí por la Biblia para creerme un artista/ filósofo excéntrico. Leí el libro durante todo un año. La Biblia es un infumable tostón, comencé a leerlo y me recordaba a olor de incienso y a vieja. En cada verso que leía sonaba la voz del cura de mi pueblo. Obviamente me dormí muy al principio. Armado de argumentos decidí bajar a la Iglesia del barrio a compartir mis reflexiones con el párroco. Ya sentado en una incómoda silla en su austero despacho procedí a leerle una completa sinopsis de su libro sagrado:
El judío es un pueblo errante que no sabe si va o viene, por lo visto les van haciendo mil putadas en la historia y no se centran. Una vez logrado pasan a ser provincia del Imperio Romano. Nace nuestro héroe, Jesús de Nazaret, que con artes de prestidigitador y siendo un vendepeines, consigue un club de fans que le siguen a todos lados. Éste éxito no gusta a los que mandan y toman represalias (vaya que le crucifican). Y encima le vendió un fan por cuatro putas perras.
Aunque su tono de voz empezó a subir y a mascullar dios sabe qué, procedí a enumerar metódicamente las categóricas conclusiones a las que había llegado:
- 1. San Pablo, conocido antes como Pablo de Tarso, también Saulo, impulsó el celibato y censuró el placer carnal:
1.1.- Era un reprimido sexual.
1.2..- Tenía alguna perversión sexual inconfesable.
1.3..- Odiaba todo lo que proporcionase placer.
- 2. La Virgen, conocida antes como María, hija de Joaquín y Ana:
2.1.- Si hubiese conocido el preservativo no se hubiese quedado embarazada.
2.2.- Si hubiese sido legal el aborto, se lo hubiera planteado.
2.3.- Si hubiese sido sincera le hubiera dicho la verdad a José.
- 3. Jesús de Nazaret era un extraterrestre porque:
3.1.- No sufría ventosidades.
3.2.- No mantenía relaciones sexuales.
3.3.-.....
Cuando estaba a punto de leerle la tercera opción de mi tesis acerca de este tipo, el cura rojo de ira, con la lengua doblada hacía dentro, sujeta a los dientes de arriba y las venas del apéndice latiendo con todo el odio, me tumba al suelo de un certero derechazo en la mandíbula izquierda. Caigo noqueado, intento revolverme mientras el Padre poseído por no sé que ser diabólico me grita desaforado en latín.
Tras diez días de hospital, mi excomunión, la de todos mis futuros herederos y la prohibición de entrar al Vaticano, desistí de realzar mi carrera artística filosófica.