Empecémos de cero. 0.
Tú ya no eres
Alberto. No.
Pensémos juntos que
ya estas muerto.
Y a la vez
renaciéndo.
Vamos a llegar hasta
el tuétano de tus huesos, de tu esqueleto.
Examinarémos al
microscopio infinitesímal el mal de los virus que portas dentro.
Se acabó el
"Paga-Fantismo", igual que otros "-ismos" históricos.
Entiéndete a ti mismo
siendo un cisne negro en todos los aspectos.
Has trazado una línea
divisoria abisal detrás de tu Talón de Aquiles en el suelo.
Reflexiona, meditalo,
piensa bien en ello.
Te puedes permitir el
lujo de, por vigesimonóvena vez, empezar de nuevo.
Te has extraído los
ojos al modo de Édipo, y has abandonado la cría de cuervos.
Por sendas ignotas y
en tinieblas te adentras dando más palos de ciego.
Por otro lado, nada
bajo el Sol es nuevo.
Un ángel caído debido
al mismo Mal que el tuyo has descubierto.
Y sus enormes ojos
verdes, parecidos a otros tiempos, revolotean por tu cerebro.
Llevas encerrado en
el interior de tu pecho el aullído de un bravo guerrero; "¡Sí,
Puedo!"
Intentas entrenar tu
cuerpo en el "Noble Arte" del Boxeo.
Tú mente sólo teme al
más temible de los enemigos, al Miedo mismo.
Sin conocerla en
exceso ya puedes echarla mucho de menos hasta el próximo encuentro.
Por cierto; "¿Tú
crees que podríamos unirnos, a pesar del miedo al castigo,
de caer más allá de
los límites del averno?"
Un cónclave de locos
y un consejero único cuerdo dicen que por qué no, que sí podemos.
Yo ya sueño con ello
y con lo que conocéremos.
Como dijo Lope de
antemano y con acierto; sé que un Cielo en un Infierno cabe por entero.
Un par de ángeles
caídos, de alas partidas y bipolares somos,
expulsados por
soberbios del Mundo de los supuestamente cuerdos y sordos.
Aún dormitas en éste
puto pueblo fantasma (pueblo pequeño, infierno grande)
en donde no hay nada
ni nadie
y tu alma prueba sus
alas y su anhelo de extranjero emigrante
que sueña y se
estremece con la posibilidad del "vigor híbrido", de mezclar su
sangre.
Entiéndete a ti mismo
siendo un cisne negro en todos los aspectos,
un extraño y rico
acontecimiento en mitad de un páramo yermo,
un ser extraordinario
malviviendo entre un ejército de zombis muertos,
un profeta siempre en
la certeza, predicando vena en cuello en el desierto,
un solitario
hermitaño soltero sin vocación, siendo objeto de deseo de un millón...
Así últimamente me
siento, como un cisne, pero negro.